La reseña y la entrevista salieron al aire en el programa “Sin Fronteras” de Radio Z, Nürnberg el 24 de julio de 2020. Para este texto se han transcrito las cosas tal y como se escucharon, tratando de permanecer lo más cerca posible de lo expresado originalmente, pero haciendo ediciones para mejorar la legibilidad.  

Reseña

El libro “Mis fronteras”, del periodista español Fernando González “Gonzo”*, contiene 26 historias cortas, una por cada letra del alfabeto. Inicia con la historia titulada “aldea” y termina con otra titulada “zapatos”. Las historias, en general, relatan experiencias personales del autor, recuerdos familiares, anécdotas de reportajes, secretos de la profesión del periodismo, así como  oportunidades para incidir en las vidas de las personas que se ha encontrado el autor haciendo su trabajo. Se centra mucho en las palabras y el lenguaje propio de la migración problematizando términos como: “deportados”, “ilegales”, “polleros”.  También hace alusiones a objetos que marcan o acompañan a las personas que migran mientras relata las experiencias de movilidad de esas personas incluso usando sus nombres propios, como hace en la historia titulada “Wendy”, sobre una joven atravesando centroamérica, y en “Yazan” que es acerca de un migrante sirio que conoció en España y ahora vive en Alemania. 

 

El tema central de este libro es la migración internacional. Presenta historias llenas de aristas, detalles y contradicciones que nos recuerdan que todas las personas tenemos una historia de migración, ya sea por que nosotros mismos nos hemos mudado a otros lugares, o hemos sido forzados a hacerlo, o porque miembros de nuestra familia, amigos o conocidos lo han hecho. La migración, según González, nos afecta de una u otra manera a todas, pero también se vive con muchas desigualdades: existen personas y familias que migran en las situaciones más privilegiadas, como lo relata en “aldea”; también hay personas que migran enfrentándose a todas las desventajas, exclusiones y violencias como lo describe en “deportados”. 

 

González cuestiona y dialoga con sus lectores, relatando de manera sencilla y emotiva sus observaciones en distintos contextos de migración y dando cuenta de cómo se construyen fronteras entre lugares, o entre personas, y cómo estas pasan a definir las oportunidades, recursos y condiciones que existen en los procesos de imaginar la movilidad, salir de un lugar, llegar a otro y conseguir quedarse. Sin embargo, él mismo no se posiciona muy claramente dentro de estas historias que cuenta. A pesar de que hace alusión a los cambios y desfinanciación que ha sufrido la investigación periodística en la última década, y los efectos de esto en la invisibilización de los problemas y dificultades que enfrentan las personas migrantes, González no reflexiona sobre el hecho de que él mismo no parece tener muchas fronteras y es capaz de moverse libremente hacia diferentes lugares en el mundo, en busca de nuevos personajes y contextos. 

 

Al final, en el epílogo, Gonzalo Fanjul,  le recuerda a los lectores y lectoras que “Mis fronteras” es un libro que devuelve a la migración al plano afectivo de la compasión y la comprensión sobre la vida y la circunstancias de las personas que migran; usa un lenguaje directo y asertivo para visibilizar los problemas que circundan estos procesos; y presenta a las personas, sus dificultades, capacidades y recursos sinceramente y como individuos, más que como casos o evidencias. 

 

Entrevista 

 

Natalia Gómez Muñoz:  Estamos muy contentas porque además de la oportunidad de leer y presentarles la reseña del libro “Mis Fronteras”. Tu libro visibiliza a determinadas personas para relatar los problemas, injusticias e inequidades que supone la emigración, pero tu como autor has quedado relativamente fuera de esa reflexión ¿Qué reflexiones te quedan acerca de esto, pues puedes moverte relativamente libremente a través de esas fronteras?

Fernando González “Gonzo”: Bueno, primero es la convicción de que la profesión que yo ejerzo es el periodismo. Desde mi punto de vista, debe mantenerse en el espíritu, que en principio, me lleva siempre a mí, y al equipo con el que trabajo, a contar historias como las de “Mis fronteras”. Me refiero con ello a que realmente hace falta que alguien escuche y le de voz de lo que sucede en los  entornos que se conocen como “pasillos migratorios”. 

En lo personal, no dejo de ser consciente cada vez que hago un viaje como este, o un reportaje, de la suerte que tengo por varios motivos, pero que lo suelo resumir en tres, que es ser varón, blanco y vivir en Europa. Aquí en Europa nos parece que esta es la norma que rige el mundo, pero cuando uno viaja por ahí, se da cuenta que al contrario, que es la excepcionalidad y que lo que vivimos los europeos es lo que merecerían vivir todos los seres humanos de este planeta, algo que no es tan difícil y que ,normalmente, cuando uno rasca en las causas que provocan, por ejemplo, las migraciones, siempre se encuentra que es la explotación de una parte del mundo sobre otra. 

Es inevitable contar lo que han hecho, lo que siguen haciendo, o lo que suponen, los Estados Unidos de América para Centroamérica o Sudamérica. Igual, cuando estoy en el sur de Europa o al norte de África, no puedo ignorar la relación del último siglo entre Europa y los países africanos, pues lo que pretendo es explicar los motivos que llevan a los africanos al intentar dejar su país y venir al nuestro. Esa es la convicción de que el periodismo sigue sirviendo para contar las historias de personas que, sí nosotros no estamos ahí, nadie sabría por lo que están pasando.

N: Sí, claro y creo que el libro “Mis fronteras” lo hace de una manera muy empática y muy afectiva. Uno de los mensajes directos del libro es que todas esta personas y personajes que están ahí relatados, tienen muchas cosas en común, viajes, sueños, caminos, obstáculos, pero exactamente, todas las coyunturas son muy distintas ¿Cuáles fueron tus intenciones al comparar todos estos contextos?

F: No hay una intención premeditada que nos lleve a ir a un sitio y luego a otro para intentar contarlo, simplemente la televisión, periodismo en televisión, se mueve por grandes temas. Es más difícil que un programa en los que yo trabajo abramos una historia o seamos los primeros en llegar a un pasillo migratorio, a una nueva circunstancia que motivando a la movilidad de miles o decenas de miles de personas. Entonces, muchas veces, cuando he podido ir es porque mis jefes o mis directores se dieron cuenta que ese era un tema de mayor importancia, que la gente quería saber qué estaba sucediendo. 

Donde sí hubo una intencionalidad fue en el documental que hicimos en México y en Guatemala; en Centroamérica, detrás del muro. Ese fue un viaje que, como cuento, se me ocurrió volviendo de otro. Quería contar otra migración traumática, como fue la de los Rohingyas entre Myanmar y Bangladesh. Así, al volver de ese viaje, como el que ha ido tachando cosas que ha ido consiguiendo, me di cuenta de que había contado migraciones e historias de migraciones en todos los continentes, excepto en el único continente donde un español no necesita traducir o subtitular lo que le cuentan los migrantes, es decir: Iberoamérica. 

Conocía la historia del pasillo migratorio de México; conocía la historia de violencia, pobreza y violencia sexual contra las mujeres, especialmente las niñas en Centroamérica, y sabía que esos eran los principales motores de las principales migraciones en esa zona del mundo. Eso coincidió con un momento en el que en España estaba surgiendo un partido como Vox, que centraba la atención, sobretodo la ignorancia nacional, en los migrantes.

Así, lo que quería yo era poder contar una historia que permitiese empatizar y por tanto prestar atención y entender lo que supone tener que migrar, para que así, nosotros en España, pudiésemos entender qué es lo que sucede o por qué toman la decisión de venir a nuestro país los africanos, a los que tantas veces vemos llegar en patera, colgados en la Valla de Melilla. Esas son imágenes que aquí son mucho más familiares. Ese era el objetivo, poder escuchar a migrantes hablando nuestro idioma, que siempre facilita muchísimo la comprensión. 

Básicamente, sí hay un motivo común en todas las historias que hemos contado: demostrar que el sufrimiento humano es universal y que lo mismo que nosotros tenemos que ir a contar a otras zonas del mundo puede que algún día pase aquí, porque ya nos pasó aquí durante la época de la Guerra Civil. Sobretodo, quería intentar que la gente entienda los motivos que llevan a otras personas a dejar el lugar donde nacieron y a la gente que quieren para ir a buscarse simplemente el futuro, a un sitio donde saben que van a ser rechazados.

N: Puedes profundizar en la diferenciación que haces en el libro de las experiencias de las mujeres, ¿Cómo te aproximas a esta narración, no solo desde el punto de vista creativo sino también a la responsabilidad de representarlas? Por ejemplo, una mujer africana o, por ejemplo, una mujer centroamericana, enfrentan la movilidad de formas distintas, pero con desventajas compartidas por su identidad de género.

F:  Dentro de contar las historias de las personas más desfavorecidas en el planeta que suelen ser migrantes, dentro de ese submundo, por decirlo de alguna forma, cuando uno profundiza, se da cuenta que en esos lugares, en esos pasillos migratorios, también hay clases y diferencias sociales y que, las que más abajo están, siempre son las mujeres. Muchas veces, esto sucede por cuestiones culturales o por la propia cuestión biológica de ser madres y de que tienen que estar pendientes, no sólo de sí mismas sino también del bienestar de sus hijos. Eso, en un pasillo migratorio se convierte en un handicap (una discapacidad). Luego está la siempre presente violencia sexual. 

Entonces, me parecía que no tenía mucho sentido dejar una parte fundamental de lo que sucede en un pasillo migratorio y que debíamos contar esas realidades desde una perspectiva de mujer. No podíamos obviar tampoco la responsabilidad de la cultura patriarcal en esas zonas en las se originan las migraciones.

N:  Hablemos del contexto actual. La pandemia ha reforzado muchas de estas fronteras geopolíticas. Aunque continúan siendo relativamente porosas, hemos visto en los últimos meses que los estados pueden limitar muchísimo la movilidad de las personas. ¿Cómo esta coyuntura, y también tu experiencia, te ha hecho reflexionar sobre estas historias y personas, sobre las que escribiste en “Mis Fronteras”?

F: La primera consecuencia que supuse y que puede comprobar que iba a pasar, es que cuando todo mundo está mal la atención sobre los más desfavorecidos desaparece. Eso pasa a título personal, pero también pasa a título institucional. En estos momentos, en países como España, con la pandemia galopando libre por el país, es evidentemente  secundario para estas instituciones lo que pueda pasar con los migrantes. Luego, hemos visto que una de las consecuencias de la expulsión social de los migrantes es concentrarlos en zonas de pobreza, concentrarlos en centros de internamiento, lo que provoca, entre otras cosas, que cuando surge una pandemia sean los más vulnerados. 

En España estamos viendo cómo los primeros rebrotes, después de haber controlado la pandemia, tuvieron lugar en zonas donde hay muchísimos homalleros y hay muchísimos de esos migrantes que no queremos ver, pero que, luego a la hora de cuidar nuestros campos, los queremos tener ahí, porque son manos de obra barata. Ya son los distintos por su origen y por su color de piel. Ahora con la pandemia, cuando todo el mundo se protege y tiene miedo del de al lado, del prójimo, es a quienes más miedo tenemos y a los que más lejos queremos. Esas son las consecuencias que estamos viviendo. 

Mi miedo es que la pandemia signifique una brecha todavía mayor entre la sociedad que acoge y los que pretenden desarrollar su vida en esa sociedad. Ese es el miedo que me genera, que el miedo legítimo de la gente, cuando hay un virus, cuando hay una enfermedad que quien te la puede transmitir es otro, volquemos el miedo hacia los inmigrantes. Eso ha pasado en España, ha pasado en Italia, en definitiva, pasa donde hay migrantes, pero, no porque sean migrantes, sino porque son pobres, están excluidos y viviendo en unas condiciones donde no querríamos estar nosotros mismos, donde el virus es mucho más fácil de propagar.

N: Muchas gracias por estas reflexiones, muchas gracias también por compartir con nosotros y nosotras tu libro “Mis Fronteras”. Gracias por acompañarnos hoy y por responder todas estas preguntas.

F: Por favor, gracias a ustedes por haberle prestado atención a “Mis Fronteras”, que las verdad, es uno de los proyectos más bonitos y a los que más cariño le tengo en toda mi carrera profesional. Un saludo.

 

*Información bibliográfica

Título: Mis fronteras 

Autor: Fernando González “Gonzo”

Año de publicación: 2019 

Editorial: La Caja Books

Link: https://www.lacajabooks.com/libro/mis-fronteras/